Berg: El camino de Dios para vencer tus adicciones

Este artículo contiene extractos del nuevo libro de Jim Berg, Overcoming Your Addictions God’s Way: A Struggler’s Guide to Freedom That Lasts (Shepherd Press, 2025).

 Mientras escribo esto, a finales de 2024, se están llevando a cabo operaciones de rescate masivas tras el huracán Helene. La tormenta se convirtió en el huracán más mortífero desde Katrina en 2005, dejando un rastro de destrucción de 500 millas desde Florida a través de Georgia, Carolina del Norte y Sur, así como las áreas al sur de los Apalaches. Donde vivo, perdimos árboles y no tuvimos electricidad por algunos días, pero solo experimentamos pérdidas menores en comparación con nuestros vecinos en las montañas al norte de nosotros. Las inundaciones provocadas por el huracán arrasaron pueblos enteros, junto con carreteras y puentes. Los tornados destruyeron la red eléctrica y torres de comunicación. Cientos de personas murieron en la catástrofe, y miles más permanecen aisladas sin alimentos, agua, electricidad ni ningún medio para comunicarse o abandonar el lugar donde se ubican. Las historias de angustiosos intentos de rescate comienzan a surgir a medida que los vecinos se ayudan mutuamente a excavar entre los escombros, el lodo y a hacer limpieza producto de las afectaciones por los troncos que arrastraron los ríos. Cientos de personas siguen desaparecidas. Los vecinos, los socorristas y el personal de las empresas de servicios públicos están arriesgando sus vidas para rescatar a las personas de los techos de las casas, edificios derrumbados, escombros, deslizamientos de tierra y lechos de arroyos y ríos desbordados. Algunas personas perdieron la vida mientras trataban de ayudar a otros; los rescates son riesgosos. Pero estos desastres en nuestra tierra nos recuerdan los desastres aún mayores que están ocurriendo en la vida de las personas que amamos. Muchas de esas catástrofes personales involucran adicciones y abuso de sustancias. Es hora de buscar el camino de Dios para vencer las adicciones.

EL PLAN DE RESCATE DE DIOS

Una persona varada en el borde de un acantilado que se empieza a derrumbar y caer a las aguas de un río embravecido sería un necio si rechazara el rescate de un piloto de helicóptero que se ofrece a llevarlo a un lugar seguro. Cualquiera que rechace el rescate porque no quiere dejar atrás lo poco que queda en su posesión experimentará consecuencias catastróficas debido a la deshidratación, las enfermedades, el agua contaminada, las lesiones no tratadas, el hambre y la exposición a los elementos. Raro sería el caso en el que un sobreviviente de un huracán que se enfrenta a una muerte segura se niegue a ser rescatado. Sin embargo, aún más triste es la negativa de la mayoría de las personas en el mundo a aceptar la operación de rescate de Jesucristo en la cruz para salvarlos de la eventual destrucción eterna y del pecado esclavizante en la actualidad.

Ningún rescate ha sido más necesario que el que Dios planeó y llevó a cabo para las personas. Estábamos siendo arrastrados por la “corriente de este mundo”, viviendo en los “deseos de la carne” y éramos “por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:1-3). Jesús entró voluntariamente en nuestro mundo perecedero, exponiéndose a todos los peligros que enfrentábamos. Lo dio todo y murió en el plan de rescate. Pablo dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8).

¿DE VERDAD HAS SIDO RESCATADO?

Si aún no has sido rescatado personalmente por Dios, te enfrentas a una muerte eterna y segura. Solo hay un “helicóptero” para sacarte de tu peligrosa posición. Debes estar seguro de que estás en él. No hay otra salida, y es la única salida.

Si piensas que has sido rescatado de la muerte eterna por el sacrificio de Jesucristo, pero todavía vives en tus prácticas pecaminosas, necesitas mirar de nuevo lo que significa ser un hijo de Dios. Casi todas las personas que luchan contra las adicciones con las que mi esposa y yo hemos trabajado tenían dudas sobre si eran, de verdad, hijos de Dios.

Aquellos con los que trabajamos se dividieron en tres categorías. Algunas definitivamente no eran nuevas criaturas en Cristo y continuaron rechazando el rescate de Dios. Otros se arrepintieron, creyeron en el Evangelio y se convirtieron en discípulos de Jesucristo. Otros se dieron cuenta de que, aunque habían venido a Cristo para salvación en algún momento, su pecado había puesto barreras significativas entre ellos y Dios. Eran “de doble ánimo” e “inconstantes en todos sus caminos” (Santiago 1:6-8).

Aprendemos de lo que el apóstol Pedro le dice a este último grupo que cuando tu crecimiento cristiano se ha estancado, te has “olvidado la purificación de sus antiguos pecados.” (2 Pedro 1:9). Si realmente has sido rescatado de la muerte eterna, debes vivir para Aquel que te rescató. Tu vida ya no te pertenece.

LA LUCHA DE MI AMIGO

Déjame presentarte a Sam, un amigo mío. Sam tenía veintidós años cuando fue arrestado de nuevo por conducir bajo los efectos del alcohol y por posesión de narcóticos. Había consumido una variedad de drogas callejeras y había estado consumiendo alguna sustancia la mayor parte del tiempo durante varios años. Aunque siempre le había gustado probar nuevas aventuras, el hecho que una noche se le cerrara la puerta de una celda en la cara no estaba en sus planes.

Cuando era niño, ocasionalmente asistía a una pequeña iglesia en su vecindario. Había escuchado el mensaje del evangelio acerca de cómo Cristo vino a salvar a los pecadores, y ahora no tenía duda de que él era uno (Romanos 3:23). Esa noche en su celda, recordó las palabras del pastor de que Cristo murió para pagar el castigo por su pecado (Romanos 5:8) y que Dios acepta a los pecadores que se arrepienten de sus pecados y ponen su fe en Jesucristo como su único Salvador (Romanos 6:23). El pecado lo había llevado más lejos de lo que jamás había esperado. Cayó postrado en el frío suelo de concreto de su celda y clamó a Dios por misericordia y perdón (Romanos 10:9). Dios escuchó su oración, y Sam se convirtió en un hijo de Dios (Juan 1:12).

Fue entonces cuando comenzó la nueva vida de Sam. Al poco tiempo pasaba horas al día en su celda leyendo una Biblia que encontró en una estantería de la sala de estudio junto a la cantina. Se desintoxicó en la cárcel, completó su condena de noventa días y fue puesto en libertad condicional mientras esperaba otro juicio por delitos anteriores. Sabía que realmente necesitaba estar en un programa de internado basado en la Biblia para poder aprender más acerca de su nuevo Salvador, Jesucristo, quien podría rescatarlo de los caminos destructivos de su pasado.

Seis meses después, Sam se graduó de un programa residencial de discipulado para la rehabilitación de adicciones. El horario saturado de la Biblia, el discipulado individual, los servicios de predicación, el compañerismo cristiano y la estricta rendición de cuentas le dieron el empujón que necesitaba en el camino hacia la victoria sobre sus hábitos obstinados y pecaminosos.

Se unió a una iglesia que predicaba la Biblia y comenzó a asistir a su programa de discipulado para la recuperación de adicciones de los viernes por la noche, Libertad que Perdura (ver FreedomThatLasts.com). Allí ganó toda una nueva “familia” de compañeros creyentes que lo aceptaron, lo amaron, lo ayudaron a encontrar un trabajo, lo discipularon y oraron por él. Todo dentro del contexto del “grupo de apoyo” de Dios: los hermanos y hermanas de una iglesia local.

Pero un día Sam recibió la noticia de que un pariente cercano había muerto inesperadamente. Sam recayó en sus viejas formas de manejar los problemas: usó drogas para enmascarar su dolor. Bajo la influencia de la heroína esa noche, chocó su automóvil y fue arrestado por conducir bajo los efectos del alcohol. Fue puesto en libertad bajo fianza y a las pocas semanas volvió a comparecer ante un juez que lo puso en arresto domiciliario hasta que sus otros casos pudieran llegar a la corte. Esta vez sabía que tenía que desarrollar un compromiso más profundo para que en el futuro pudiera manejar el dolor a la manera de Dios.

Todavía se enfrentaba a un futuro incierto desde el punto de vista legal y había incurrido en algunas responsabilidades relacionales y financieras muy difíciles debido a sus decisiones anteriores. Sin embargo, al volver a ponerse bajo la instrucción, la predicación, la responsabilidad y el compañerismo de su iglesia, comenzó a desarrollar un caminar constante con Dios, compartiendo su testimonio con los demás y convirtiéndose en un empleado responsable.

Sus restricciones de arresto domiciliario le permitían ir solo al trabajo, a la iglesia y de regreso a su casa (un albergue cristiano de residencia temporal) que compartía con varios otros hombres. El GPS en su brazalete electrónico alertaría a la agencia de monitoreo si se desviaba de rumbo. Como no podía moverse libremente como antes, tenía mucho tiempo para dedicarse a leer y estudiar la Biblia, escuchar podcasts de sermones y leer libros sobre el crecimiento cristiano.

Todos los días, el brazalete electrónico le recordaba que debía negarse a sí mismo y permanecer bajo las limitaciones que Dios (a través del sistema judicial) le había impuesto para desarrollar la sabiduría piadosa y el carácter de Cristo. Comenzó a aprender a manejar las heridas y las dificultades de una manera muy diferente a como lo había hecho antes, aunque se encontró con contratiempos ocasionales en los años siguientes.

¿Y TÚ?

Antes de que un plomero pueda arreglar una tubería, debe conocer la composición del material de la tubería, ya sea cobre, PVC, plástico u otra cosa. Las uniones de cobre deben unirse usando un soplete, alambre de soldadura y fundente. Sin embargo, si el calor del soplete se aplicara a tubos de PVC de plástico, derretiría el material. Cada tipo de tubería requiere un remedio diferente cuando tiene fugas.

Del mismo modo, debes conocer tu composición básica como ser humano si deseas aplicar los remedios adecuados a tus problemas de adicción. Tus problemas son más que físicos, aunque tu cuerpo está involucrado. Tus problemas no son enfermedades mentales, aunque tu mente esté involucrada. Tus problemas son mucho más profundos.

Es hora de buscar el camino de Dios para vencer las adicciones. Los problemas del corazón que impulsan los pecados esclavizantes solo pueden ser remediados permanentemente por una relación salvadora con Jesucristo, seguida de la aplicación de la verdad bíblica a los problemas de la vida. Al leer esta edición de Frontline Magazine, espero que abordes tus propios problemas con la gloriosa verdad bíblica.

Jim Berg, DMin, es profesor de consejería bíblica en el Seminario BJU en Greenville, Carolina del Sur. Está certificado por la Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados (ACBC), de la cual también recibió capacitación en especialización en adicciones. Es un consejero bíblico de adicciones (CABC) comisionado con The Addiction Connection. Jim es fundador de Freedom That Lasts Ministries y es autor de numerosos libros, entre ellos Changed into His Image: God’s Plan for Transforming Your Life, Essential Virtues: Marks of the Christ-Centered Life, y el programa de consejería personal Quieting a Noisy Soul: Overcoming Guilt, Anger, Anxiety, and Despair. Él y su esposa, Patty, viven en Taylors, Carolina del Sur. Tienen tres hijas casadas y once nietos. Para obtener más información, visite JimBerg.com.